Resguardo de la salud pública en un planeta con cambios acelerados
Introducción
La salud planetaria es un concepto propuesto por la Fundación Rockefeller-Comisión Lancet, para describir la afectación de la salud pública por la explotación desmedida de los recursos naturales. En este sentido, los descubrimientos científicos y tecnológicos, que sustentan el desarrollo económico y la disminución de la pobreza a nivel mundial (mayor capacidad de producir alimentos [mediante cultivo] y energía), comprometen la integridad de los ecosistemas.
De esta forma, el crecimiento acelerado de la población mundial se sostiene con el uso no sustentable de los recursos hídricos, forestales (pérdida de bosques tropicales), pesqueros y áreas de suelo fértil por degradación, y genera contaminación ambiental (liberación de dióxido de carbono [CO2] en la atmósfera, acidificación de los océanos y alteración de los ciclos biogeoquímicos del fósforo, nitrógeno y carbono, entre otros).
Estas alteraciones en los sistemas naturales redundan en la disminución de la biodiversidad. En contraposición, los avances antes mencionados han permitido aumentar la esperanza de vida y reducir la tasa de mortalidad infantil, una situación que nos interpela en el contexto de la degradación de los ecosistemas y el surgimiento consecuente de enfermedades.
Alteración de los ecosistemas: compromiso de la salud física y mental
La salud no sólo se encontrará comprometida por el descenso en el valor nutricional y variedad en la alimentación, sino por el surgimiento de enfermedades infecciosas como consecuencia de las modificaciones efectuadas por el hombre en el medioambiente
La utilización no sustentable de los recursos naturales afecta el estado nutricional de la población mundial. En este sentido, la disminución de la biodiversidad, en particular, de los insectos polinizadores, que permiten la dispersión de plantas, determinará una mayor susceptibilidad a las enfermedades no transmisibles, debido a la reducción en el consumo de verduras, frutas, semillas y nueces, el cual es esencial para lograr un estado nutricional adecuado (niveles de vitamina A y folato, entre otros).
Asimismo, el valor nutricional de los alimentos de primera necesidad respecto sus componentes: minerales esenciales (zinc y el hierro) y proteínas, disminuirá por el efecto de los niveles crecientes de CO2 en los cultivos. Esta disminución afectará de manera particular a poblaciones vulnerables como embarazadas y niños menores de 5 años, los cuales consumirán un menor porcentaje de hierro en sus alimentos. Asimismo, el CO2 y el ozono, como gases de invernadero, influyen en el cambio climático, por lo cual se provocará una reducción significativa en la obtención de alimentos a nivel mundial (se ha postulado que la mayor escasez se observará en las regiones tropicales).
La disminución de los recursos pesqueros (1% anual en el transcurso de 20 años) afectaría a las poblaciones cuya alimentación se sustenta en la utilización de este recurso (1 billón de personas).
Por otra parte, en diversas regiones, la capacidad de producción de alimentos disminuirá debido a que los recursos acuíferos y de suelo fértil resultarán insuficientes. Cabe destacar que la salud no sólo se encontrará comprometida por el descenso en el valor nutricional y variedad en la alimentación, sino por el surgimiento de enfermedades infecciosas como consecuencia de las modificaciones efectuadas por el hombre en el medioambiente.
En este sentido, el aumento en la concentración de fósforo y nitrógeno (uso de fertilizantes) dispersado por el agua en áreas de suelo distantes de las destinadas a cultivos, la deforestación, la implementación de sistemas de irrigación y la construcción de represas producen una alteración significativa en los ecosistemas, la cual puede ser propicia para la propagación de enfermedades como la malaria y la esquistosomiasis. En concordancia, se ha postulado que la pérdida de biodiversidad aumenta la susceptibilidad de los individuos a la infección por nuevos vectores de enfermedades.
En ese contexto, actividades como la caza de animales silvestres o la explotación agrícola aumentan la probabilidad de contacto con enfermedades infeccionas presentes en los animales y transmisibles al hombre. Asimismo, las consecuencias de la actividad económica (contaminación ambiental, disminución del número de especies polinizadoras y aumento en el nivel de los océanos) puede comprometer la calidad de la alimentación, la salud cardiovascular y respiratoria.
En particular, el mayor consumo de almidón en los alimentos debido a la disminución de proteínas, provocada por los niveles elevados de CO2, aumenta la propensión a experimentar enfermedades cardiovasculares al igual que la pérdida en la calidad nutricional de la dieta (menor ingesta de alimentos beneficiosos para la salud), lo que redunda en un incremento de cáncer, enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular.
Es importante mencionar que la mayor incidencia de estas enfermedades y condiciones que afectan el sistema respiratorio (enfermedad pulmonar obstructiva y cáncer de pulmón) estarían provocadas asimismo por la contaminación del aire, el suelo y el agua.
En particular, el aumento de los niveles de ozono en el aire puede comprometer el normal funcionamiento del sistema respiratorio. Además, el incremento en la salinidad del agua destinada al consumo, debido al avance del mar en regiones costeras, determina un aumento en la incidencia de hipertensión, hipertensión gestacional y preeclampsia.
Por otra parte, la alteración de los sistemas naturales producida por sequías, incendios, períodos con temperaturas muy elevadas e inundaciones, los que constituyen eventos propiciados por el cambio climático en los que se puede apreciar el efecto de la actividad económica, comprometen la estabilidad emocional de las personas que los padecen (incidencia de estrés y trastorno de estrés postraumático, ansiedad y depresión).
En este sentido, las personas que deben trasladarse a otras regiones debido a las condiciones antes mencionadas y a otras situaciones adversas, como la escasez de alimentos y de recursos naturales, el aumento en el nivel del mar o las guerras civiles, constituyen una población vulnerable respecto del contagio masivo de enfermedades, desarrollo de trastornos psiquiátricos y psicológicos, compromiso de la salud física y sexual y nutrición deficiente.
Cabe destacar que las consecuencias del cambio climático son difíciles de contrarrestar en el corto plazo, sin embargo, existen diversas medidas como el comercio de alimentos (alternativa a la pérdida de los cultivos) o la utilización de telas mosquiteras en la prevención de la malaria (producto del calentamiento global), que pueden mejorar las condiciones de vida de las poblaciones más afectadas.
Estas medidas deben complementarse con cambios conductuales y culturales, inversión en infraestructura y tecnología, distribución de la riqueza y la implementación de una gestión pública eficaz.
Asimismo, se deben evaluar las consecuencias del desarrollo económico (generación de energía [a partir de combustibles fósiles y represas], utilización de agua dulce [sistemas de irrigación] y deforestación [generación de áreas cultivables], entre otros), el cual beneficia a las grandes ciudades y puede ir en detrimento de las poblaciones circundantes (contaminación del aire y aumento en la probabilidad de contraer enfermedades infecciosas).
Dicha evaluación será fundamental para ponderar los peligros potenciales para la salud y el medioambiente y proponer las soluciones posibles que promuevan un mejor manejo de los sistemas naturales y la igualdad de condiciones entre poblaciones.
Este modelo de valoración de los problemas y las soluciones en las comunidades, en el que se encuentran implicados los gobiernos, las industrias y las organizaciones no gubernamentales e internacionales, debe replicarse a nivel mundial, de manera de asegurar la salud planetaria de las generaciones presentes y futuras, con independencia del desarrollo económico y la región que se habita.
Por otra parte, la cooperación entre diferentes disciplinas como la ingeniería civil, urbanismo, agronomía y ecología, con la salud pública y epidemiología, permitirán alcanzar un enfoque integral de los cambios y dificultades que comprometen a la salud planetaria.
Conclusión
El desarrollo de las diferentes actividades del ser humano afecta a los ecosistemas de manera significativa y compromete la salud, el bienestar y la sustentabilidad del medio ambiente. En este sentido, la disminución de la biodiversidad, la utilización desmedida de los recursos naturales y la contaminación del aire, agua y suelos determinan la necesidad de un cambio conductual y cultural que se traduzca en la implementación de medidas para resguardar la salud planetaria de las generaciones presentes y futuras.
SIIC- Sociedad Iberoamericana de Información Científica
Fuente: Intramed
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